sábado, 30 de enero de 2010
Ver el mundo con ojos de cristal
Es hermoso ver el cielo
y contemplar todo lo que hay en él.
Esa capa celeste, que a veces no es tan celeste
sino gris.
Ese manto tibio de luz que nos abriga y calienta.
Esas luciérnagas del firmamento que a la noche,
brillan y dan placer verlas.
Las nubes, esos pedacitos de nieve
que todo niño quisiera tocar.
Esas aves metálicas que cruzan el cielo,
y nos permiten ver el mundo desde otra perspectiva.
Esa brisa revoltosa,
invisible, fría y misteriosa.
Que nos despeina, nos da escalofríos
y nos acompaña por el mundo.
El mundo, una caja de sorpresas...
En él todo puede suceder...
¿Porqué caja de sorpresas?
Porque aparece de todo en el
momento menos buscado.
Y si no fuera por esas
chispitas del corazón,
¿Qué sería de nosotros?
Absolutamente nada.
A veces un amigo, puede
ser ese cascabel del cielo,
él que nos protege y
acompaña.
Juntos podemos ver un atardecer,
mejor dicho un crepúsculo.
O bien, mirarnos en ese espejo de cristal,
en ese mar, lleno de vida, tan puro
y transparente.
Esto es ver el mundo con ojos de cristal,
con una mirada clara.
Tenemos que apreciar lo que vemos
y valorar lo que tenemos.
y contemplar todo lo que hay en él.
Esa capa celeste, que a veces no es tan celeste
sino gris.
Ese manto tibio de luz que nos abriga y calienta.
Esas luciérnagas del firmamento que a la noche,
brillan y dan placer verlas.
Las nubes, esos pedacitos de nieve
que todo niño quisiera tocar.
Esas aves metálicas que cruzan el cielo,
y nos permiten ver el mundo desde otra perspectiva.
Esa brisa revoltosa,
invisible, fría y misteriosa.
Que nos despeina, nos da escalofríos
y nos acompaña por el mundo.
El mundo, una caja de sorpresas...
En él todo puede suceder...
¿Porqué caja de sorpresas?
Porque aparece de todo en el
momento menos buscado.
Y si no fuera por esas
chispitas del corazón,
¿Qué sería de nosotros?
Absolutamente nada.
A veces un amigo, puede
ser ese cascabel del cielo,
él que nos protege y
acompaña.
Juntos podemos ver un atardecer,
mejor dicho un crepúsculo.
O bien, mirarnos en ese espejo de cristal,
en ese mar, lleno de vida, tan puro
y transparente.
Esto es ver el mundo con ojos de cristal,
con una mirada clara.
Tenemos que apreciar lo que vemos
y valorar lo que tenemos.
Antonella Duarte
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